Se suele decir, y con bastante acierto, que uno no sabe apreciar lo que tiene si no lo ha trabajado antes. Como suele decir un buen amigo mío y compañero de profesión, antes de estar en lo alto hay que haber "comido barro". Para algunos, la cantidad de barro comido es ingente, pero en cualquier caso, lo importante siempre, ya te encuentres entre los más afortunados o los menos agraciados del lado del éxito o del desconocimiento, es no perder la perspectiva de dónde está uno y qué le está pasando.
En nuestro caso particular, nunca hemos sido especialmente afortunados en muchas cosas, pero al mismo tiempo siempre hemos tenido motivos para alegrarnos y querer seguir adelante a pesar de todo. Supongo que en el fondo somos personas constructivas y optimistas, y por este mismo motivo, las mismas cosas que a otros desanimarían a nosotros nos han dado fuerzas para seguir adelante.
En el 2001, cuando empezamos ensayar en lo que entonces era nuestro nuevo proyecto, soñábamos con nuestra primera ocasión de mostrarlo en directo. Eso sucedió al cabo de unos meses, y a partir de ahí empezamos a actuar regularmente en el circuito de salas madrileñas. Muchas de ellas (como Siroco, Café la Palma, el Limbo, Moby Dick...) nos acogieron con los brazos abiertos y nos dieron la oportunidad de hacernos a nosotros mismos y empezar a darnos a conocer entre un círculo reducido de personas. Allí surgieron nuestros primeros contactos y poco a poco fuimos ampliando ese circuito de salas a otras como el Moe y la Moe, Costello Club, El Sol, Wurlitzer Ballroom, e incluso en ocasiones puntuales hemos tenido la suerte de tocar en salas de mayor aforo, como la Sala Heineken (en la que hemos tocado ya cuatro o cinco veces) , Galileo Galilei, Joy Eslava, o el mismísimo Teatro Circo Price.
Todas estas cosas han ido creciendo siempre lentamente, pero sin pausa. Es muy grande tener la oportunidad de tocar en lugares grandes y/o bonitos como Joy Eslava o Circo Price, pero nada de ésto ha sucedido rápido ni fácil. Son ya casi ocho años desde que empezamos, y si hay algo que tengo bien claro es que nadie nos ha regalado nada. En general, en la música a nadie se le regala nada, y si se hace, siempre lleva una contrapartida negativa asociada; que te regalen las cosas es un arma de doble filo, siempre. Muchos de los artistas que son "regalados" no suelen durar demasiado tiempo, y la mayoría no gozan de una buena credibilidad... ¿Dinero? Quizá sí. Pero el dinero se puede conseguir de muchas maneras, y no da la felicidad por sí solo. La suma de credibilidad, orgullo y confianza en lo que uno hace sí que la da, y éso, alentado por una situación económica llevadera, genera la felicidad y la satisfacción del artista; porque sí, es verdad que el dinero es importante, sobre todo porque si uno no lo gana con la música, entonces tendrá que buscar otra actividad paralela donde sí lo gane, que probablemente consumirá mucho tiempo y energía, y entonces el esfuerzo posible que se pueda invertir en la música será menor.
En definitiva, todo esto viene a ser como un círculo vicioso, como la pescadilla que se muerde la cola: las personas que tienen que trabajar en cualquier otra cosa para poder subsistir mientras hacen su música por otro lado tienen un serio inconveniente en la falta de tiempo y energía para sacar adelante sus proyectos artísticos, y así, algún día, poder dejar esos trabajos abrasivos y dedicarse enteramente a su arte. Y por otro lado, sucede que las personas que nunca necesitaron trabajar en otra cosa (en definitiva, que nunca comieron barro), en la mayoría de los casos no han desarrollado esa capacidad de esfuerzo y sacrificio necesarias para lograr una carrera artística longeva y creíble, sobre todo lo segundo. Es algo que yo al menos veo claramente en algunos artistas: sé perfectamente cuándo se lo han tenido que trabajar de principio a fin, y cuando, por el contrario, se lo han dado todo masticado. Se nota mucho en los directos: ¿actitud frente al trabajo, seriedad, constancia?. Una persona así sería capaz de sacar adelante un show pase lo que pase; sin embargo, he visto a muchos artistas que, por no tener una sola de las múltiples condiciones óptimas para el desarrollo de un buen show (buen sonido, buen ambiente, buen público, haber descansado, tener bien la voz, etc) se arrugan y lo echan todo a perder. Cuando uno ha trabajado y se ha esforzado en conseguir lo que tiene, desarrolla mañas para salvar todos esos obstáculos y todos los que puedan venir, ofreciendo siempre un show decente pase lo que pase. Es lo que suele conocerse como ser un profesional, y sólo se puede dar cuando uno sabe lo que vale un peine.
En nuestro caso particular, nunca hemos sido especialmente afortunados en muchas cosas, pero al mismo tiempo siempre hemos tenido motivos para alegrarnos y querer seguir adelante a pesar de todo. Supongo que en el fondo somos personas constructivas y optimistas, y por este mismo motivo, las mismas cosas que a otros desanimarían a nosotros nos han dado fuerzas para seguir adelante.
En el 2001, cuando empezamos ensayar en lo que entonces era nuestro nuevo proyecto, soñábamos con nuestra primera ocasión de mostrarlo en directo. Eso sucedió al cabo de unos meses, y a partir de ahí empezamos a actuar regularmente en el circuito de salas madrileñas. Muchas de ellas (como Siroco, Café la Palma, el Limbo, Moby Dick...) nos acogieron con los brazos abiertos y nos dieron la oportunidad de hacernos a nosotros mismos y empezar a darnos a conocer entre un círculo reducido de personas. Allí surgieron nuestros primeros contactos y poco a poco fuimos ampliando ese circuito de salas a otras como el Moe y la Moe, Costello Club, El Sol, Wurlitzer Ballroom, e incluso en ocasiones puntuales hemos tenido la suerte de tocar en salas de mayor aforo, como la Sala Heineken (en la que hemos tocado ya cuatro o cinco veces) , Galileo Galilei, Joy Eslava, o el mismísimo Teatro Circo Price.
Todas estas cosas han ido creciendo siempre lentamente, pero sin pausa. Es muy grande tener la oportunidad de tocar en lugares grandes y/o bonitos como Joy Eslava o Circo Price, pero nada de ésto ha sucedido rápido ni fácil. Son ya casi ocho años desde que empezamos, y si hay algo que tengo bien claro es que nadie nos ha regalado nada. En general, en la música a nadie se le regala nada, y si se hace, siempre lleva una contrapartida negativa asociada; que te regalen las cosas es un arma de doble filo, siempre. Muchos de los artistas que son "regalados" no suelen durar demasiado tiempo, y la mayoría no gozan de una buena credibilidad... ¿Dinero? Quizá sí. Pero el dinero se puede conseguir de muchas maneras, y no da la felicidad por sí solo. La suma de credibilidad, orgullo y confianza en lo que uno hace sí que la da, y éso, alentado por una situación económica llevadera, genera la felicidad y la satisfacción del artista; porque sí, es verdad que el dinero es importante, sobre todo porque si uno no lo gana con la música, entonces tendrá que buscar otra actividad paralela donde sí lo gane, que probablemente consumirá mucho tiempo y energía, y entonces el esfuerzo posible que se pueda invertir en la música será menor.
En definitiva, todo esto viene a ser como un círculo vicioso, como la pescadilla que se muerde la cola: las personas que tienen que trabajar en cualquier otra cosa para poder subsistir mientras hacen su música por otro lado tienen un serio inconveniente en la falta de tiempo y energía para sacar adelante sus proyectos artísticos, y así, algún día, poder dejar esos trabajos abrasivos y dedicarse enteramente a su arte. Y por otro lado, sucede que las personas que nunca necesitaron trabajar en otra cosa (en definitiva, que nunca comieron barro), en la mayoría de los casos no han desarrollado esa capacidad de esfuerzo y sacrificio necesarias para lograr una carrera artística longeva y creíble, sobre todo lo segundo. Es algo que yo al menos veo claramente en algunos artistas: sé perfectamente cuándo se lo han tenido que trabajar de principio a fin, y cuando, por el contrario, se lo han dado todo masticado. Se nota mucho en los directos: ¿actitud frente al trabajo, seriedad, constancia?. Una persona así sería capaz de sacar adelante un show pase lo que pase; sin embargo, he visto a muchos artistas que, por no tener una sola de las múltiples condiciones óptimas para el desarrollo de un buen show (buen sonido, buen ambiente, buen público, haber descansado, tener bien la voz, etc) se arrugan y lo echan todo a perder. Cuando uno ha trabajado y se ha esforzado en conseguir lo que tiene, desarrolla mañas para salvar todos esos obstáculos y todos los que puedan venir, ofreciendo siempre un show decente pase lo que pase. Es lo que suele conocerse como ser un profesional, y sólo se puede dar cuando uno sabe lo que vale un peine.
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