La mayoría de conciertos donde el público se compone total o casi totalmente de invitados (es decir, gente que no paga entrada) suelen ser aquellos en los que el silencio y el respeto al que está encima del escenario brillan por su ausencia. A su vez, la mayoría de los nombres que aparecen en las listas de invitados de los conciertos pertenecen a personas que trabajan en la industria de la música: no sé quién de tal o cual discográfica, éste o aquel manager y sus colegas, el crítico musical de la revista de moda, etc. Son estas personas las que mueven el cotarro en algunos sentidos, y son, en muchos casos, a su vez las mismas que hacen que las personas que sí han pagado por ver un concierto tengan que sufrir la ausencia de silencio en el mismo.
En los festivales, suelen pulular por los camerinos y las zonas V.I.P., bebiendo y comiendo, y charlando amigablemente entre ellos, aunque en el fondo, rara vez sean amigos, y no exista un verdadero aprecio entre ellos. Es frecuente verles abrazarse efusivamente, sobre todo a medida que avanza la noche; a dicha costumbre se la conoce como el abrazo del músico (de ahí la frase “eres más falso que el abrazo de un músico”) pero, como podéis ver, no sólo se produce entre los músicos propiamente dichos, sino también entre la gente de la industria musical. De hecho, imagino que en general el abrazo del músico se dará frecuentemente en todo tipo de ámbitos artísticos, aunque yo sólo he venido hoy aquí a hablar de lo que conozco. Y vaya si lo conozco.
Trabajar en la industria musical les permite codearse con gente importante, y a su vez, esto les hace sentirse importantes. A veces llegan a pensar que son más importantes que el músico, o incluso que la propia música. Y es que claro, son Gente Muy Importante.
Una curiosa de esta gente de la industria es que sueles verles en un montón de conciertos, pero rara vez prestan atención a lo que está pasando encima del escenario. En los festivales no suelen salir de la zona V.I.P., y en los conciertos en salas, rara vez abandonan la barra; pero eso sí, luego fichan, llegan a acuerdos, hacen, deshacen, critican, se pelean y además, sacan dinero de todo ello (o no).
Naturalmente, y por fortuna, existen muchas honrosas excepciones a todo esto que comento; también hay gente maravillosa en la industria, gente que trabaja para que la música siga adelante y creciendo. Ellos también tienen una misión imprescindible en todo el asunto: no son nada sin el artista, pero el artista tampoco sería lo que es sin ellos. El negocio de la música es necesario para que la música se extienda. Los promotores, los críticos, los managers, todos son necesarios, pero muchas veces desearía que fuese otro su comportamiento. Y que prestaran un poco más de atención a lo que realmente importa, y no tanto a todo el petardeo y el mamoneo innecesario que se traen. Y sobre todo, que respeten, y que sepan que ellos no son nada en comparación con la música, que ella estaba primero.
Y ésa es precisamente la buena noticia: la música siempre estará ahí, y será más importante, pase lo que pase. Y seguirá haciéndome y haciéndonos felices, a pesar de todo.
En los festivales, suelen pulular por los camerinos y las zonas V.I.P., bebiendo y comiendo, y charlando amigablemente entre ellos, aunque en el fondo, rara vez sean amigos, y no exista un verdadero aprecio entre ellos. Es frecuente verles abrazarse efusivamente, sobre todo a medida que avanza la noche; a dicha costumbre se la conoce como el abrazo del músico (de ahí la frase “eres más falso que el abrazo de un músico”) pero, como podéis ver, no sólo se produce entre los músicos propiamente dichos, sino también entre la gente de la industria musical. De hecho, imagino que en general el abrazo del músico se dará frecuentemente en todo tipo de ámbitos artísticos, aunque yo sólo he venido hoy aquí a hablar de lo que conozco. Y vaya si lo conozco.
Trabajar en la industria musical les permite codearse con gente importante, y a su vez, esto les hace sentirse importantes. A veces llegan a pensar que son más importantes que el músico, o incluso que la propia música. Y es que claro, son Gente Muy Importante.
Una curiosa de esta gente de la industria es que sueles verles en un montón de conciertos, pero rara vez prestan atención a lo que está pasando encima del escenario. En los festivales no suelen salir de la zona V.I.P., y en los conciertos en salas, rara vez abandonan la barra; pero eso sí, luego fichan, llegan a acuerdos, hacen, deshacen, critican, se pelean y además, sacan dinero de todo ello (o no).
Naturalmente, y por fortuna, existen muchas honrosas excepciones a todo esto que comento; también hay gente maravillosa en la industria, gente que trabaja para que la música siga adelante y creciendo. Ellos también tienen una misión imprescindible en todo el asunto: no son nada sin el artista, pero el artista tampoco sería lo que es sin ellos. El negocio de la música es necesario para que la música se extienda. Los promotores, los críticos, los managers, todos son necesarios, pero muchas veces desearía que fuese otro su comportamiento. Y que prestaran un poco más de atención a lo que realmente importa, y no tanto a todo el petardeo y el mamoneo innecesario que se traen. Y sobre todo, que respeten, y que sepan que ellos no son nada en comparación con la música, que ella estaba primero.
Y ésa es precisamente la buena noticia: la música siempre estará ahí, y será más importante, pase lo que pase. Y seguirá haciéndome y haciéndonos felices, a pesar de todo.
2 comentarios:
Wow, una gran escrito! yeah me ha encantado, saludos desde Argentina.
Como bien dices, estos satélites pululan por todo tipo de ámbitos.
Son un mal necesario :/
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