jueves, 17 de diciembre de 2009

La necesidad de ser humilde.

Siempre o casi siempre, después de un concierto, alguien se acerca y te dice que el concierto "estuvo de puta madre". Y no dudo de su sinceridad, pero también es verdad que siempre hubo alguien (si no mucha gente) a la que no le gustó, y a no ser que sean de mucha confianza, no van a decírtelo. Por ese motivo, pensar que lo que haces es bueno sólo porque la gente te lo dice es tan sólo una visión distorsionada y parcial de las cosas. Es muy fácil dar y recibir halagos, pero es duro encajar las críticas, igual que para la gente que te critica no es fácil hacerlo bien, con fundamento.

Por otra parte, las cosas cambian: los mismos que ahora te alzan, mañana pueden hundirte. Manejarse al margen de la opinión de los demás es algo necesario si uno quiere sobrevivir felizmente en el mundo de la música durante un largo tiempo. Hace años que aprendí que preguntar a alguien que qué le ha parecido un concierto mío es un error, por dos motivos: 1) porque si no le ha gustado, le estás poniendo en un compromiso y 2) porque si no le ha gustado, probablemente te mienta y te diga que sí le gustó.

Recibo muchos halagos a lo largo de la semana de mucha gente distinta, y de verdad que los aprecio, pero creo que empiezo a saber por dónde debo andar y por dónde no. Que si Havalina debería estar tocando en todos los festivales, que si Havalina debería estar mucho más arriba, que si Havalina tiene el mejor directo de este país... no digo que al menos parte de eso no sea verdad, y de verdad que encantaría que así fuera, pero por lo que a mí respecta, mi única manera de seguir siendo feliz es hacer lo mío sin preocuparme por todo eso y sin esperar nada más a cambio que lo que ahora tengo. También, aparte de halagos, tenemos nuestras pequeñas y grandes dosis de realidad, como el hecho de que un concierto nuestro para nosotros todavía suponga muchas más horas de marrones (carga, descarga, montaje, conducción...) que de lo que es en sí música, o de que algunas veces vayamos a tocar a tal o cual sitio, y las taquilla recaudada no dé ni para pagar el alquiler de la furgoneta. Todas estas cosas no me hacen sentir especialmente pequeño ni grande, simplemente me recuerdan en qué lugar estoy. En otras ocasiones vamos de gira y es todo lo contrario: conciertos llenos, aplausos, grandes ovaciones, halagos por todas partes... y no por ello se es mejor o peor, más grande o más pequeño.

Ser humilde es la única solución posible a todos estos males, es lo único que te ayuda a mantenerte con una buena perspectiva sobre las cosas. Los halagos, la fama y el éxito, regalan tus oídos por un momento, pero en la larga carrera, hay que saber manejarlos para no llevarnos una impresión distorsionada de qué es lo que realmente está pasando.

4 comentarios:

soyuncocotero dijo...

sois unos cracks! a ver si el 16 voy a veros a alicante! que soy de elche! jajaja
un saludo!

extran dijo...

¿Para cuándo un concierto en Madrid?
Que sea ya, pero ya.
Saludos.

César dijo...

Se le olvida otro caso caballero: que alguien le felicite en honestidad y en verdad pero el problema sea que lo atrofiado no sea su sinceridad, sino su sentido del gusto.

"¿Cómo saber que uno no es exactamente la misma mierda que critica?"
A mí particularmente, ésto me quita el sueño.

No obstante, uno siempre tiene respetados y admirados allegados que no tienen reparo alguno en transmitir aquello que piensan, y encima tienen criterio. El mundo gira con ellos a nuestro alrededor

Un saludo.

Manuel dijo...

Extran: 5 de Marzo en Caracol! Está anunciado desde hace poquito en nuestra web y en myspace :)

César: Completamente de acuerdo, y de hecho, es algo que sucede muy a menudo, mucho más a menudo que que la gente no sea sincera y te diga que le gustó, cuando no fue así.