La primera vez que escuché a Soundgarden fue tocando -sin saberlo- canciones de este disco. Allá por mediados de los años 90, cuando yo acababa de sustituir la raqueta con la que emulaba las canciones de mis artistas favoritos por la guitarra española de mi madre, mi hermano mayor, que entonces tendría unos 18 años, andaba absolutamente flipado con este grupo. Así que un día me propuso coger la guitarra e improvisar cualquier cosa, mientras él, con las letras de Superunknown, cantaba encima de cualquier manera. La mediana de la familia, mi hermana Celia, que también andaba por allí, no tuvo mejor idea que poner nuestro viejo radio-cassette a grabar sin que ni José Juan ni yo nos diésemos cuenta. Como era de esperar, el resultado musical de todo aquello dejaba bastante que desear, y la sorpresa al oir la grabación en la comida del día siguiente no fue del todo agradable.
Lamentablemente, la cinta donde se grabó todo aquello está desparecida a día de hoy. Quizá alguno de los tres grabase algo encima sin darse cuenta, o quizá haya sido extraviada convenientemente por mi hermano. Es una pena, porque me hubiese encantado ponérsela y echarnos unas buenas risas a nuestra costa.
Por aquel entonces, recuerdo que Soundgarden me gustaba –como a cualquier hermano pequeño le gusta todo lo que su hermano mayor escucha- pero tampoco me llamaba la atención especialmente. No fue hasta varios años más tarde, ya en 1999, cuando Javi (Havalina) y yo comenzamos a intercambiar música, y él me prestó el susodicho disco, que yo pirateé convenientemente en un cassette, con su portada y todo.Ese cassette dio vueltas y vueltas, y creo que llegué a escucharlo cientos de veces. También me compré el Badmotorfinger, disco anterior a éste, y, en definitva, me hice con todos los demás discos de Soundgarden de un modo u otro. Sin embargo, ocurre habitualmente que uno va creciendo en cuanto a gustos musicales, y a lo largo de los años, fui dejando de lado un poco esa faceta más oscura, y adentrándome en terrenos menos duros musicalmente hablando.
Casualidad o no, desde que terminamos de grabar Junio a finales del año pasado, todas esas bandas de los 90, tan injustamente apartadas y pasadas de moda, han vuelto a mi cabeza. Soundgarden, Stone Temple Pilots, Alice in Chains, Rage Against the Machine, Pearl Jam... quizá sea que, harto de la frivolidad de gran parte de la música que ahora está de moda, he necesitado volver a aquellos días de mi adolescencia donde la música rock estaba llena de contenido, y no se limitaba al “yeah baby yeah, alright”, y a los ritmos bailones de bombo-charles-caja-charles.
Superunknown es, bajo mi humilde punto de vista, el mejor ejemplo de un gran disco lleno de temazos, bien producido, bien tocado, bien organizado, ameno a la escucha, y sobre todo, intenso. Soundgarden es una de las bandas de rock más grandes de la historia, una de las pocas que nos han hecho bailar con hits en compases irregulares, con ritmos altamente sincopados, y letras que a uno le ponen los pelos de punta. Es posible que este género no esté en alza en los tiempos que corren, pero la buena música nunca se olvida, y Soundgarden no será excepción.
Los 90 volverán. Al menos en cuanto a lo que a Havalina se refiere, estamos trabajando en ello.
Lamentablemente, la cinta donde se grabó todo aquello está desparecida a día de hoy. Quizá alguno de los tres grabase algo encima sin darse cuenta, o quizá haya sido extraviada convenientemente por mi hermano. Es una pena, porque me hubiese encantado ponérsela y echarnos unas buenas risas a nuestra costa.
Por aquel entonces, recuerdo que Soundgarden me gustaba –como a cualquier hermano pequeño le gusta todo lo que su hermano mayor escucha- pero tampoco me llamaba la atención especialmente. No fue hasta varios años más tarde, ya en 1999, cuando Javi (Havalina) y yo comenzamos a intercambiar música, y él me prestó el susodicho disco, que yo pirateé convenientemente en un cassette, con su portada y todo.Ese cassette dio vueltas y vueltas, y creo que llegué a escucharlo cientos de veces. También me compré el Badmotorfinger, disco anterior a éste, y, en definitva, me hice con todos los demás discos de Soundgarden de un modo u otro.
Casualidad o no, desde que terminamos de grabar Junio a finales del año pasado, todas esas bandas de los 90, tan injustamente apartadas y pasadas de moda, han vuelto a mi cabeza. Soundgarden, Stone Temple Pilots, Alice in Chains, Rage Against the Machine, Pearl Jam... quizá sea que, harto de la frivolidad de gran parte de la música que ahora está de moda, he necesitado volver a aquellos días de mi adolescencia donde la música rock estaba llena de contenido, y no se limitaba al “yeah baby yeah, alright”, y a los ritmos bailones de bombo-charles-caja-charles.
Los 90 volverán. Al menos en cuanto a lo que a Havalina se refiere, estamos trabajando en ello.
1 comentario:
Bueno, Manu, creo que tienes razón en que Soundgarden y Cornell son grandes, aunque alguno de los grupos que has mencionado quizás no tenga tan inmerecido el olvido. Por eso mismo, no me parece que la calidad y la profundidad del rock sea una mera cuestión generacional ni algo que dependa de las tendencias actuales o del pasado.
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